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jueves, 6 de febrero de 2014

Críticas

De los errores se aprende, o eso dicen. Pero no es tan sencillo. Lo primero que hay que hacer cuando se comete un error, cuando algo no ha sido conseguido, cuando no ha salido como se esperaba, es admitirlo. Hay que empezar por admitir los errores, que lo hemos hecho mal. Pero, de eso se trata, ¿no? De caer para volver a levantarse. Qué fácil es decirlo, y qué complicado cumplirlo... Cuando uno admite su propio fallo, le es más fácil continuar con el siguiente paso, el de aceptarlo. El de pensar "que sí, que ha estado mal, pero ya está, ya ha pasado y no voy a hundirme si apenas hay agua." Es una bonita metáfora, si eres capaz de aceptarlo cuanto antes, el agua tan sólo llegará a los tobillos, hasta podrás jugar con ella. Pero, en cambio, si no lo aceptas, si no actúas, si te quedas sin hacer nada, el agua irá llenando el vacío que deja tu miedo, tu cobardía. No es menos valiente quien admite haber fallado, sino quien calla y cree haber triunfado.
Aunque no todo es cosa de quién falla, sino del resto, de la gente que lo critica. Comentar, y más que eso, criticar los errores de los demás es muy sencillo, pero mirarse a uno mismo y recordar errores propios ya no tanto. Aún menos criticarlos. Además... ¿por qué criticar a quien ha admitido fallar? ¿Por qué no aceptar si él ya lo ha hecho? Es de locos, por no decir que es de imbéciles. Hay que empezar a aplicar eso del "vive y deja vivir", todos cometemos errores, y es algo que deberíamos saber, y sobre todo, aceptar.
Por último, quedaría seguir luchando, pensar que si has fallado esta vez, ya saldrá a la próxima. Logra el éxito quien lo intenta, no quien lo espera. Es como en el fútbol, marca goles quien lo intenta a base de tirar, de tirar, y de volver a tirar. Después ya queda en manos de la suerte.
Así que, ante un error, un fracaso o un fallo, lo que hay que hacer es admitirlo, aceptarlo y sobre todo, volver a intentarlo.

A.F.

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