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sábado, 10 de mayo de 2014

"Luna mía"

Buenas noches, Luna. Hoy las estrellas que te acompañan brillan como sus ojos. Sí, Luna mía, vengo a contarte lo mismo de cada noche, pero de forma diferente. Necesito alguien que me escuche, y, ¿quién mejor que tú? Cuando estás de todo pendiente. Recuerdo con tu brillo, intenso esta noche, su ser, su sonrisa y cómo su mirada se torna en reproche. Y, ¿sabes por qué? Claro que lo sabes, mi vida, lo sabes mejor que nadie. Porque quise creer antes de conocerle, una bonita historia que no comienza por el principio. Que se salta el prólogo y por ello no se sitúa cuando comienza a leer un capítulo aleatorio. Llegó y me perdí. Me perdí como cuando te pierdo en tu fase de luna nueva. Como cuando el sol se esconde al atardecer, y tú lo persigues, aunque no lo vuelvas a ver. De ahí mi admiración, pues nunca dejas de creer, y nunca es un tiempo muy valioso. Como siempre. Y recuerda que siempre es menos del tiempo en el que le voy querer. Ya sabes que lo quiero, Luna mía, y sabes que fue ése mi mayor error, y que por ello ahora muero. Pues me enamoré de una rosa negra, casi sin vida, y profundamente oscura. Y lo único que hice, fue recogerla con una sonrisa, qué inmadura. Debí dejarla tranquila, pero no pude. Y ahora es fruto de mi amargura, pues intenté que volviera a vivir y lo conseguí. Pero eso me mató. Qué locura, eh. Y es que él fue mi rosa, sí, pero yo sólo fui su cura. Y después del tratamiento, el paciente vuelve a su hogar. Sano y salvo, dejando al médico en un silencio tan intenso que impide escuchar su propia voz interior. La que susurra que lo persiga y le acompañe, sentir su calor. Luna mía, sé que el tiempo hará su trabajo, y que el olvido me echará una mano, pero quiero confesárselo. Dile, por favor, que aunque mi rostro no sea el más bonito, ni mi cuerpo el más atractivo, y aunque mi voz no sea dulce y mi ser ame la tristeza, estaré siempre a su lado. Para impedir que vuelva a marchitarse, para hacerle creer que una rosa negra es tan bella como el resto. Por favor, Luna mía, ve y dile que nadie en el mundo va a quererlo como yo, ni va a darle tanto amor.

A.F.

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